HECHO PÚBLICO/ Por José A.
Miranda
Algunos apuntes sobre la entidad
quintanarroense en el XLIV aniversario de su conversión en Estado Libre y Soberano.
Por
Primitivo Alonso
Celebramos el ocho de octubre, el cuadragésimo cuarto aniversario de la erección de Quintana Roo como entidad federativa. Evento que resume luchas históricas por alcanzar el autogobierno desde la participación de la sociedad organizada por el Comité ´Pro Territorio en el año de l931 para defender nuestra integridad territorial hasta las históricas demandas de los subcomités pro gobernador nativo y también para la conversión del territorio en un Estado más dentro del Pacto Federal.
Estos eventos luminosos, unidos paradójicamente
a la oscura presencia del huracán Janet que desbastara a la capital del Estado,
fueron factores decisivos para que nuestra entidad se vistiera de pantalones
largos al alcanzar la mayoría de edad. Sería el presidente don Adolfo López
Mateos el que dispara el tiro de salida al destinar, en los primeros años de su
administración, ochocientos millones de aquellos buenos pesos para la
construcción de la infraestructura necesaria para la entidad en una primera
etapa, aunado al seguimiento de los siguientes gobiernos federales con la
participación de gobernadores de la talla de don Javier Rojo Gómez mismos que
pusieron toda su experiencia administrativa y política para la consecución de
esta alta finalidad emprendida por el gobierno de la República.
Don Javier fue
insistente con el presidente Echeverría comentándole que un territorio federal
parecía un bastión del colonialismo, y que era preciso correr todos los
tramites políticos y jurídicos señalados en el texto constitucional para corregir
esa anomalía histórica que, si en una etapa de nuestra historia tuvo su razón
de ser, en las actuales circunstancia resultaba un contrasentido teniendo en
cuenta que México era uno de los más activos combatientes del colonialismo en
los foros internacionales.
El
político hidalguense fue un factor fuerte de opinión sin descartar la vereda
labrada por los viejos luchadores quintanarroenses y otros gobernadores como el
Gral. Rafael E. Melgar, cuya petición no encontró eco en los círculos estrechos
del gobierno federal hasta que el ciclón Janet destruyó Chetumal y el mundo
pudo contemplar que en México había un territorio federal ( de hecho dos, Baja
California Sur era el otro) parecida a una colonia cuya capital había sido
destruida sobre todo por una mayoría de endebles casas de madera que, aunque
algunas por su belleza victoriana estaban enmarcadas dentro de nuestro rostro
caribeño, fueron fácil presa de un mega huracán de las características del
Janet.
La crítica nacional e internacional propició
que los ojos de la federación se posaran por fin en el abandonado territorio
federal y es cuando comienza la atención debida, primero para levantar a la
destruida ciudad de Chetumal y ya después para sembrar las condiciones
necesaria para su conversión en Estado libre y Soberano proceso que de hecho se
inicia el 7 de diciembre de 1957 cuando Don Adolfo López Mateos anuncia su
solidaridad más abierta con sus compatriotas quintanarroenses para alcanzar su
justa aspiración de autogobernarse.
Con la conversión de Quintana Roo en Estado Libre y Soberano y el acceso de los locales a los primeros peldaños del mando público, se inicia una etapa de luces y sombras algunas de características inéditas que han moldeado una recia idiosincrasia que no termina de cuajar en algunos lugres de la zona norte en donde la propia dinámica impuesta por los desarrollos turísticos ha impulsado la participación abierta de hombres y mujeres de otras latitudes ( como sucedió en mucho menor escala y atendiendo a otras circunstancias en el génesis de Chetumal) que al conformar un rico abanico cultural, un rico mosaico heterogéneo, liberaran sus arraigadas costumbres, propias de su lugar de origen en el entorno social, para ir fertilizando una forma de ser peculiar que identifica a los nuevos quintanarroenses; un crisol amalgamado de diferentes luces que se van convirtiendo en solo resplandor que delinea nuestra identidad común.
Pero
habría que hacer notar que el propio desarrollo ha procreado, asimismo, la
activa participación de auténticos aventureros de la política o de medra dores
sociales y la irrupción del potentadismo de cuello blanco acaparador de
terrenos de alta plusvalía, desafortunadamente, con el consentimiento de las
autoridades idóneas.
Estos son algunos de los reflejos de un
crecimiento espectacular que trasporta consigo tanto al mercenarismo comercial
como a las buenas voluntades que labran de buena fe para cosechar con
abundancia el fruto de su propio esfuerzo. Tal observación que nace desde hace
algunos ayeres propició que naciera un fragmento de mi poema intitulado
“Quintana Roo eres así” que a la letra expresa: “Quintana Roo eres así, tu
cobijas al abyecto aventurero y también al preclaro ciudadano, uno viene con
hambre de dinero y otro extiende la mano ¡como hermano!”.
En cuanto al sur y el centro de la entidad, lamentablemente, han quedado rezagados del desarrollo cuya planeación inicial contemplaba un crecimiento decoroso que no iría a la par del auge de la zona norte previéndose el impacto de Cancún, (capital del municipio que por su importancia lleva el nombre de la figura cimera de nuestra nacionalidad don Benito Juárez García), mismo que fue más allá de lo que se tenía concebido en el mapa turístico internacional.
A lo
anterior se sumó el éxito también de las islas Cozumel y Mujeres y el que la
Riviera Maya alcanzara niveles insospechados en la demanda turística con el
crecimiento más alto de América latina. La Zona Sur y el Centro del Estado
quedaron circunscritas a un ingenio azucarero que no fue tan fabuloso como se
pensaba, se trabajó en la posibilidad de convertir a José María Morelos y
Lázaro Cárdenas en los granero del Estado, también nació Hidroponía Maya en
Felipe Carrillo Puerto, complejo agro industrial que procesaba pepino, tomate,
chile habanero y pimiento con fines de exportación y que después pasó a manos
privadas en una licitación nada clara, y por otro lado proyectos turísticos que
comienzan a dar algunos buenos frutos como Bacalar y los intentos en Mahahual y
otras iniciativas fincadas con el paso de los años, pero que en conjunto no
compensan las condiciones paupérrimas de algunas zonas en donde la pobreza
extrema ha sentado sus reales especialmente por la falta de un dinamo económico
de suficiente envergadura.
Si en Chetumal la capital del estado, ciudad con dos
fronteras y por lo tanto de alta importancia geopolítica, no se ha logrado
consolidar un buen propósito de largo plazo que lleve de la mano a sociedad y
gobierno, es necesario la conjunción de esfuerzos que borden sobre los hechos
para salir del marasmo y de la especulación ociosa que especula con nuestra
categoría política y por eso el abandono.
No
expreso que no haya existido voluntad política de algunos gobernadores para
saltar el bache histórico; hay posiciones resueltas del actual ejecutivo y la
hubo de otros mandatarios pero al parecer el apoyo federal no ha ido de la mano
con las iniciativas mientras que otros han volteado la mirada hacia otro lado
utilizando paliativos en lugar de soluciones duraderas.
La clase política
chetumaleña debería estar unida para coadyuvar en una misma dirección
consensada en la tarea pendiente que es el resurgimiento de la capital
quintanarroense, sin reyertas estériles en donde la finalidad a corto y mediano
plazo fueran objetivos particulares o de grupo en los posicionamientos
políticos. No debemos propiciar ni divisionismos ni enconos que son actitudes
que favorecen a los que desearían ver por siempre a Chetumal postrada y que
antes que cualquier interés de orden grupal o personal está nuestra
coadyuvancia para forjar nuevas vías por donde camine la antigua Payo Obispo.
Sociedad, Partidos y Gobierno deben de
fortalecer iniciativas viables para la Zona Sur y Centro para la fomentación
del arqueo turismo por ejemplo, renglón que sigue esperando la inversión
necesaria para proveer de los frutos apetecidos y en donde se tiene de sobra
los elementos necesarios para su consecución integral.
Quintana Roo tiene más luces que sombras, su destino es seguir siendo la más fabulosa ventana de México en el Caribe y no olvidar que somos un mosaico heterogéneo en donde cada quintanarroense, parafraseando a Don Adolfo López Mateos, es un celoso guardián de nuestro destino inconcluso.
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