domingo, 25 de noviembre de 2018

CUÁL SERÁ EL ESCENARIO ELECTORAL PARA INTEGRAR LA XVI LEGISLATURA


HECHO PÚBLICO/ por José A. Miranda

CJ, el desconcierto electoral y el factor AMLO

Hugo Martoccia – Mesa Chica 





Quizá como nunca durante lo que lleva de su administración, alrededor del gobernador Carlos Joaquín se instaló esta semana un profundo desconcierto por el destino electoral de su proyecto. Los vaivenes de estos días incluyeron desde un enfrentamiento potencial con Andrés Manuel Lopez Obrador, de pronóstico reservado si sucediera (cosa que pocos creen) hasta la extraña opción de que el neojoaquinismo transite la próxima elección alejado de sus viejos aliados. 
Hubo muchos más rostros preocupados que contentos en los días que pasaron. El partido local Confianza por Quintana Roo tuvo bastante que ver con eso. Ya no puede decirse que ese partido sea un mero entretenimiento o el proyecto personal de algún político. El neojoaquinismo formal (o “real”, diría Miguel Ramón Martín Azueta) se instaló allí.
Lo que sucedió en Solidaridad fue un gesto demasiado elocuente para pretender mirar hacia otro lado. Durante la Quizá administración de Cristina Torres, todos sabían que la mano más firme de Carlos Joaquín en ese gobierno estaba en la Tesorería, por medio de Asunción Ramírez. Ese ex funcionario fue el elegido para presidir el partido Confianza en el municipio. Samaria Angulo, suplente de Cristina, será su acompañante.
El detrás de la escena también mandó señales claras. Allí estaban asistentes del ex tesorero, ex funcionarios de Servicios Públicos, Desarrollo Social y otras áreas centrales de la administración, y hasta algún asistente de Cristina Torres. 
Antes, ya habían ingresado al partido referentes como Edgardo Díaz, ex tesorero de Carlos Joaquin, y que ahora está con el alcalde Victor Maas, en Tulum. O Elda Ramírez Salazar, del grupo del alcalde José Esquivel, en Felipe Carrillo Puerto.
La primera conclusión de todo esto es bastante simple: no parece lógico que Carlos Joaquin mande a todos sus alfiles políticos a un proyecto sin futuro. La segunda conclusión es más compleja: si ese es el proyecto que tiene futuro ¿qué pasará con el Frente PAN-PRD que lo llevó al poder?. 

¿CRUJEN LOS CIMIENTOS DEL VIEJO FRENTE?  

La semana tuvo también cruces verbales entre las dirigencias locales del PAN y el PRD que aseguran no irán en alianza en 2019. Puede o no tratarse de un hecho confirmado, pero el problema ni siquiera es ese. 
La aparición del partido Confianza como refugio del neojoaquinismo abre interrogantes mucho mayores. Las preguntas que ahora se hacen son: ¿Vamos o no a pelear esas elecciones con el Frente? ¿Va a haber una competencia electoral, o el ganador ya es MORENA? ¿El renacimiento de Confianza por Quintana Roo es la respuesta evidente a estas preguntas?.
En ambos partidos consideran que el destino electoral de Confianza no será importante. Creen que, en el mejor de los casos, el partido podría ganar un distrito y un diputado plurinominal. En voz baja, desde el joaquinismo reviran: “¿Y que pueden hacer ellos sin nosotros?”.
La referencia tiene que ver, por supuesto, con el aporte económico y de estructura que significa el Gobierno para sus partidos aliados. La realidad electoral del 1 de julio pasado dice que ni el PAN ni el PRD pasan por sus mejores momentos. Pero esa realidad es aún más amplia e incluye al joaquinismo: si a todos juntos no les alcanzó en la ultima elección ¿qué se puede esperar para junio de 2019 si van separados?. 
En el PAN intentan analizar con equilibrio los hechos sucedidos en los últimos días. No les gusta lo que sucede con Confianza, porque consideran que se duplicarán innecesariamente gastos y esfuerzos, pero también dicen que el gobernador ha tenido señales muy claras a favor del blanquiazul. 
Fue uno de los gobernadores que apoyaron a Marko Cortés para la dirigencia nacional, e incluso participó del acto de toma de protesta del dirigente. Esta semana, puso su firma junto a otros gobernadores panistas en una carta contra los “superdelegados” de Andrés Manuel López Obrador. 
El problema de este último hecho es que si bien el panismo lo aplaudió como un acto de congruencia, más allá de ese grupo generó todo tipo de interrogantes. Casi ninguno, debe decirse, propone un buen futuro. 
¿CON AMLO O CONTRA AMLO?


Los hechos, hasta hoy, dicen que Carlos Joaquín tiene una relación bastante tersa con el presidente electo. El “superdelegado” que le pondrá el Gobierno Federal entrante, Arturo Abreu, no tiene aspiraciones políticas, y es una persona de trato amable y con la que se puede razonar. 
Los encuentros de Carlos Joaquín y AMLO han tenido muchas más coincidencias que disidencias. Éstas últimas, más bien, tienen nombre y apellido: la senadora Marybel Villegas y la alcaldesa de Solidaridad, Laura Beristain. Las diferencias con ellas son públicas y notorias y difícilmente eso vaya a mejorar.  
Viéndolo desde ese punto de vista, lo que parece es que la firma que el gobernador estampó en esa carta abierta de panistas contra AMLO tuvo que ver más con solidaridad de grupo que con su propia situación. 
Incluso, el propio Carlos Joaquín lo dejo entrever con una frase que pronunció ante los medios de comunicación ese mismo día.  
“No hemos tenido ninguna dificultad. Por el contrario, hemos encontrado colaboración, pero hay otros gobiernos que no tienen esa situación similar”, dijo el gobernador.  
Pero la otra versión de los hechos es menos amable para el mandatario. Su firma está ahí y eso no requiere de demasiadas explicaciones, dicen desde un sector de MORENA. Para ellos, el gobernador midió mal las consecuencias de su firma, y este es apenas el comienzo de una batalla dura. 
Sería el peor escenario. Nunca es buena noticia pelearse con un Presidente. Y mucho menos si ese Presidente acaba de lograr 30 millones de votos en el país, y un 60% de los votos del  propio estado donde se dará la pelea. 
Hay hasta un costado político inmediato que es de extremo riesgo. En Benito Juárez ya advirtieron que el Mando Único de seguridad no se sostiene en un escenario de conflicto entre Estado y Federación. 

ALQUIMIAS ELECTORALES 

Lo que queda en el escenario electoral parece (pero quizá no lo sea) bastante simple. Hay dos versiones. 
La primera dice que el renacimiento de Confianza por Quintana Roo es un golpe directo a la capacidad del oficialismo de pelearle la elección a MORENA. Pulveriza un poco más los votos propios contra un rival muy consolidado. 
Los que ven esa parte de la realidad desconfían del supuesto enfrentamiento CJ vs AMLO. No existe, dicen. El escenario electoral se está configurando de modo tal que MORENA volverá a arrasar y se quedará con la mayoría del próximo Congreso. Y eso no sucede en vano. 
Ese Congreso, recuerdan (no sin malicia) será el que acompañe la segunda parte del sexenio de Carlos Joaquín. Nada mejor que un grupo de diputados dialoguistas, aunque sean de otro partido. 
Los que ven la otra versión de la realidad posible dicen que Confianza es apenas parte del gran acuerdo que se está gestando. O sea, los candidatos de Confianza serán los más fuertes en algunos municipios (Quizá Solidaridad, Tulum y zona maya, allí donde se mostró el partido) pero se apoyará a los candidatos del PAN, PRD, y MC donde sean más fuertes, e incluso a los del PES o PRI, en donde puedan ganar.
Así, con esa gran alianza de facto, tratarán de arrebatarle siete u ocho distritos a MORENA, y formar una mayoría propia en el próximo Congreso. Nadie descarta, en este último escenario, infiltrar a MORENA con candidatos del joaquinismo, que a la larga, aunque ganaran por el partido de AMLO, terminarían siendo diputados del gobernador. 
Esas son las dos versiones. Pero son tan contrapuestas una de la otra, que han generado un gran desconcierto político, estimulado por los hechos de la semana. El escenario electoral parece un partido de fútbol llanero que se juega con playeras prestadas y diversas, y nadie tiene muy en claro para qué equipo está jugando.



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