HECHO PÚBLICO/ por José A. Miranda
CJ, el desconcierto electoral y el factor AMLO
Hugo Martoccia – Mesa Chica
Quizá como nunca
durante lo que lleva de su administración, alrededor del gobernador Carlos
Joaquín se instaló esta semana un profundo desconcierto por el destino
electoral de su proyecto. Los vaivenes de estos días incluyeron desde un
enfrentamiento potencial con Andrés Manuel Lopez Obrador, de pronóstico
reservado si sucediera (cosa que pocos creen) hasta la extraña opción de que el
neojoaquinismo transite la próxima elección alejado de sus viejos aliados.
Hubo muchos más
rostros preocupados que contentos en los días que pasaron. El partido local
Confianza por Quintana Roo tuvo bastante que ver con eso. Ya no puede decirse
que ese partido sea un mero entretenimiento o el proyecto personal de algún
político. El neojoaquinismo formal (o “real”, diría Miguel Ramón Martín Azueta)
se instaló allí.
Lo que sucedió en
Solidaridad fue un gesto demasiado elocuente para pretender mirar hacia otro
lado. Durante la Quizá administración de Cristina Torres, todos sabían que la
mano más firme de Carlos Joaquín en ese gobierno estaba en la Tesorería, por
medio de Asunción Ramírez. Ese ex funcionario fue el elegido para presidir el
partido Confianza en el municipio. Samaria Angulo, suplente de Cristina, será
su acompañante.
El detrás de la
escena también mandó señales claras. Allí estaban asistentes del ex tesorero,
ex funcionarios de Servicios Públicos, Desarrollo Social y otras áreas
centrales de la administración, y hasta algún asistente de Cristina Torres.
Antes, ya habían
ingresado al partido referentes como Edgardo Díaz, ex tesorero de Carlos
Joaquin, y que ahora está con el alcalde Victor Maas, en Tulum. O Elda Ramírez
Salazar, del grupo del alcalde José Esquivel, en Felipe Carrillo Puerto.
La primera
conclusión de todo esto es bastante simple: no parece lógico que Carlos Joaquin
mande a todos sus alfiles políticos a un proyecto sin futuro. La segunda
conclusión es más compleja: si ese es el proyecto que tiene futuro ¿qué pasará
con el Frente PAN-PRD que lo llevó al poder?.
¿CRUJEN LOS
CIMIENTOS DEL VIEJO FRENTE?
La semana tuvo
también cruces verbales entre las dirigencias locales del PAN y el PRD que
aseguran no irán en alianza en 2019. Puede o no tratarse de un hecho
confirmado, pero el problema ni siquiera es ese.
La aparición del
partido Confianza como refugio del neojoaquinismo abre interrogantes mucho
mayores. Las preguntas que ahora se hacen son: ¿Vamos o no a pelear esas
elecciones con el Frente? ¿Va a haber una competencia electoral, o el ganador
ya es MORENA? ¿El renacimiento de Confianza por Quintana Roo es la respuesta
evidente a estas preguntas?.
En ambos partidos
consideran que el destino electoral de Confianza no será importante. Creen que,
en el mejor de los casos, el partido podría ganar un distrito y un diputado
plurinominal. En voz baja, desde el joaquinismo reviran: “¿Y que pueden hacer
ellos sin nosotros?”.
La referencia tiene
que ver, por supuesto, con el aporte económico y de estructura que significa el
Gobierno para sus partidos aliados. La realidad electoral del 1 de julio pasado
dice que ni el PAN ni el PRD pasan por sus mejores momentos. Pero esa realidad
es aún más amplia e incluye al joaquinismo: si a todos juntos no les alcanzó en
la ultima elección ¿qué se puede esperar para junio de 2019 si van separados?.
En el PAN intentan
analizar con equilibrio los hechos sucedidos en los últimos días. No les gusta
lo que sucede con Confianza, porque consideran que se duplicarán
innecesariamente gastos y esfuerzos, pero también dicen que el gobernador ha
tenido señales muy claras a favor del blanquiazul.
Fue uno de los
gobernadores que apoyaron a Marko Cortés para la dirigencia nacional, e incluso
participó del acto de toma de protesta del dirigente. Esta semana, puso su
firma junto a otros gobernadores panistas en una carta contra los
“superdelegados” de Andrés Manuel López Obrador.
El problema de este
último hecho es que si bien el panismo lo aplaudió como un acto de congruencia,
más allá de ese grupo generó todo tipo de interrogantes. Casi ninguno, debe
decirse, propone un buen futuro.
¿CON AMLO O CONTRA
AMLO?
Los hechos, hasta
hoy, dicen que Carlos Joaquín tiene una relación bastante tersa con el
presidente electo. El “superdelegado” que le pondrá el Gobierno Federal
entrante, Arturo Abreu, no tiene aspiraciones políticas, y es una persona de
trato amable y con la que se puede razonar.
Los encuentros de
Carlos Joaquín y AMLO han tenido muchas más coincidencias que disidencias.
Éstas últimas, más bien, tienen nombre y apellido: la senadora Marybel Villegas
y la alcaldesa de Solidaridad, Laura Beristain. Las diferencias con ellas son
públicas y notorias y difícilmente eso vaya a mejorar.
Viéndolo desde ese
punto de vista, lo que parece es que la firma que el gobernador estampó en esa
carta abierta de panistas contra AMLO tuvo que ver más con solidaridad de grupo
que con su propia situación.
Incluso, el propio
Carlos Joaquín lo dejo entrever con una frase que pronunció ante los medios de
comunicación ese mismo día.
“No hemos tenido
ninguna dificultad. Por el contrario, hemos encontrado colaboración, pero hay
otros gobiernos que no tienen esa situación similar”, dijo el gobernador.
Pero la otra
versión de los hechos es menos amable para el mandatario. Su firma está ahí y
eso no requiere de demasiadas explicaciones, dicen desde un sector de MORENA.
Para ellos, el gobernador midió mal las consecuencias de su firma, y este es
apenas el comienzo de una batalla dura.
Sería el peor
escenario. Nunca es buena noticia pelearse con un Presidente. Y mucho menos si
ese Presidente acaba de lograr 30 millones de votos en el país, y un 60% de los
votos del propio estado donde se dará la pelea.
Hay hasta un
costado político inmediato que es de extremo riesgo. En Benito Juárez ya
advirtieron que el Mando Único de seguridad no se sostiene en un escenario de
conflicto entre Estado y Federación.
ALQUIMIAS
ELECTORALES
Lo que queda en el
escenario electoral parece (pero quizá no lo sea) bastante simple. Hay dos
versiones.
La primera dice que
el renacimiento de Confianza por Quintana Roo es un golpe directo a la
capacidad del oficialismo de pelearle la elección a MORENA. Pulveriza un poco
más los votos propios contra un rival muy consolidado.
Los que ven esa
parte de la realidad desconfían del supuesto enfrentamiento CJ vs AMLO. No
existe, dicen. El escenario electoral se está configurando de modo tal que
MORENA volverá a arrasar y se quedará con la mayoría del próximo Congreso. Y
eso no sucede en vano.
Ese Congreso,
recuerdan (no sin malicia) será el que acompañe la segunda parte del sexenio de
Carlos Joaquín. Nada mejor que un grupo de diputados dialoguistas, aunque sean
de otro partido.
Los que ven la otra
versión de la realidad posible dicen que Confianza es apenas parte del gran
acuerdo que se está gestando. O sea, los candidatos de Confianza serán los más
fuertes en algunos municipios (Quizá Solidaridad, Tulum y zona maya, allí donde
se mostró el partido) pero se apoyará a los candidatos del PAN, PRD, y MC donde
sean más fuertes, e incluso a los del PES o PRI, en donde puedan ganar.
Así, con esa gran
alianza de facto, tratarán de arrebatarle siete u ocho distritos a MORENA, y
formar una mayoría propia en el próximo Congreso. Nadie descarta, en este
último escenario, infiltrar a MORENA con candidatos del joaquinismo, que a la
larga, aunque ganaran por el partido de AMLO, terminarían siendo diputados del
gobernador.
Esas son las dos
versiones. Pero son tan contrapuestas una de la otra, que han generado un gran
desconcierto político, estimulado por los hechos de la semana. El escenario
electoral parece un partido de fútbol llanero que se juega con playeras
prestadas y diversas, y nadie tiene muy en claro para qué equipo está jugando.
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